Un verano más desde hace más de 10 años, hemos organizado una exposición en el Molino de Mazcuerras, durante una semana del 12 al 19 de Agosto

Como siempre los telares, materiales, piezas únicas textiles, etc. van a estar acompañadas de un buen amigo que nos presenta su obra, este año contamos con Javier Baso, entusiasta y gran artista de los famosos “Soldaditos de Plomo” que funde y pinta el mismo con absoluto rigor artístico e histórico.

Además de alguna batallita y de una muestra de cómo se elabora todo el proceso; el grueso de la exposición se centra en el Desfile del Canto del Cisne, que conmemoró en 1896 los 60 años de reinado de la reina Victoria de Inglaterra.

 

Nota Histórica:

Hace 121 años, se celebró el Jubileo de Diamantes de la reina Victoria de Inglaterra 

El 22 de septiembre de 1896 la reina Victoria de Gran Bretaña superó a su abuelo Jorge III como el monarca de más tiempo de reinado en la historia británica. Nueve meses más tarde, el Imperio se dio cita en Londres para celebrar lo que fue bautizado el «Jubileo de Diamante».
El Reino Unido festejó el Jubileo de Diamantes de la reina Victoria en 1897, se celebró con gran pompa y en esa época fue también una manera de glorificar el Imperio Británico, entonces en pleno apogeo.

El ministro de las Colonias, Joseph Chamberlain, convenció a la reina Victoria para celebrar los 60 años de su reinado, que coincidían con los 60 años del Imperio Británico entonces en «su zénith». En la época, Victoria reinaba sobre un cuarto de la población del planeta.

Para el jubileo de la reina Victoria,  el Imperio se trasladó a Londres, con la presencia de once primeros ministros de las colonias junto a príncipes indios y destacamentos militares extranjeros. Lanceros indios con turbantes, tropas montadas neozelandesas, artilleros jamaicanos e incluso camellos desfilaron delante del palacio de Buckingham el 22 de junio de 1897. Una fastuosa parada inmortalizada en breves filmes en blanco y negro con imágenes temblorosas.

El jubileo también fue celebrado con fasto en el Imperio, donde fueron organizadas suntuosas recepciones. Se erigieron relojes municipales en honor a la reina en Malasia y en Nueva Zelanda y se construyeron fuentes en las islas Seychelles.

A fines del siglo XIX, la idea de organizar festividades para el público era aún un concepto nuevo en el Reino Unido. El 22 de junio de 1897 la reina recorrió Londres en una carroza. De la catedral San Pablo hasta el palacio de Buckingham, cientos de miles de personas, entre las cuales estaba el escritor estadounidense Mark Twain, se congregaron para aclamar a la reina Victoria.

Una experiencia de la que ella habría de recordarse con emoción como lo expresó en su diario íntimo: «Nadie, pienso, ha recibido tal ovación (…) La multitud era indescriptible, y su entusiasmo verdaderamente maravilloso, profundamente conmovedor».

Para las festividades, Victoria no quiso renunciar a su traje de duelo, que llevaba desde la muerte, en 1861, de su esposo Alberto. «Los ministros le suplican que se ponga un vestido con colores dorados», en vano. Finalmente optó por un vestido en seda negra, con un tocado con plumas de avestruz.

Hoy se acepta que el 22 de junio de 1897 fue también una celebración final de la época victoriana , «el desafiante canto del cisne de una nación que ya veía crecientes amenazas a sus intereses mundiales», destaca Paul Kennedy en su obra Auge y Caída de las Grandes Potencias.

Lo cierto es que aquel día Londres estaba llena de banderas,  repleta de delegaciones extranjeras que se paseaban entre seis millones de súbditos entusiastas. Todos querían ver el gran desfile militar: en dos columnas, 50.000 hombres marchaban a través de la ciudad. Se mezclaban los húsares a caballo  llegados del Canadá con los indios maoríes de Nueva Zelanda y los dayaks de Borneo, temibles cazadores de cabezas. Había policías de Hong Kong y la Guayana Británica, escuadrones de lanceros de Bengala y príncipes hindúes del Imperial Indian Service, entre muchos otros representantes de las colonias.

Las multitudes que festejaron los sesenta años del reinado de Victoria tenían buenos motivos para sentirse orgullosas, «desde la victoria contra Napoleón en Trafalgar, Inglaterra gobernaba los mares».

Sin embargo, en 1899 todo empezaría a derrumbarse al estallar la guerra contra los bóers, en el sur de Africa. Estos colonos holandeses fueron apoyados con armas por potencias europeas rivales. Y la guerra casi agotó a los ingleses.

En 1901 murió la reina Victoria y terminó una época. Los funerales de esta época se iniciaron en 1914 en la batalla de Jutlandia, en las costas de Dinamarca. El réquiem llegaría en julio de 1916 en la batalla del Somme, en Francia, cuando, en un solo día, 100.000 soldados británicos fueron acribillados por los alemanes.

LA EXPOSICION:

He querido recrear, en la pequeña escala del soldadito de plomo de pequeño tamaño, el colorido y entusiasmo que se pudo vivir en esa jornada del 22 de junio de 1897.

Con cerca de más de 2.500 figuras, están representados diversos Regimientos del Imperio Británico de la segunda mitad del Siglo XIX. En ese medio siglo Gran Bretaña participó y guerreó por todo el mundo, la guerra de Crimea con la famosa carga de la Brigada Ligera en la batalla de Balaclava,  las guerras en Egipto y en Sudán con la famosa epopeya del ejército del Nilo y la pérdida de Jartum, la guerra contra los zulús en Sudáfrica con el desastre en Isandwana y el honor y la victoria en el barranco del Rourke, los motines de los cipayos en la India.

 

En la exposición veréis, aparte del entusiasta público, varios regimientos de lanceros bengalíes, artillería ligera con sus armones y piezas, regimientos de las colonias, regimientos de servicio en la metrópoli, regimiento de camelleros, artillería de montaña a lomo de mulo, escoceses, bandas de música, lanceros, y cómo no, la guardia real.

También he querido exponer un palco de honor desde donde la Reina Victoria contempló el desfile, con sus invitados de otras casas reales, autoridades civiles y militares.

Todas las figuras son de metal y han sido fundidas y pintadas una a una por mí, con una muy pequeña excepción: la Reina Victoria y la calesa con el príncipe de Gales fueron encargados aparte.

Espero que disfruten viendo la Exposición tanto como yo he disfrutado preparándola.

Javier Baso López

Agosto 2018